FUERTES EXTERIORES DE LA FORTIFICACION ABALUARTADA DE BADAJOZTE |
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Cuatro eran los fuertes que defendían la ciudad abaluartada desde el exterior. El de San Cristóbal, situado en la margen derecha del Guadiana era el más importante de todos, puesto que desde su ubicación sobre el cerro de la Orinaza, domina la ciudad. El de la Cabeza del Puente, cerraba y protegía la salida del mismo, en el camino de Portugal. Defendiendo la zona mas débil de la plaza, frente a la Puerta del Pilar se encontraba el desaparecido fuerte de Pardaleras. Completaban el recinto exterior el Revellín de San Roque y el Fuerte de la Picuriña, también conocido como del Príncipe. |
HORNABEQUE DE LA CABEZA DEL PUENTE La Cabeza del Puente estaba protegida por un fuerte de aspecto triangular, con la gola cerrando la salida del Puente y dos pequeños baluartes unidos por una cortina central. En este muro fue abierta una brecha ya avanzado el siglo XX, para dar paso al camino que unía la ciudad con la nueva estación de ferrocarril. Originariamente el puente de Palmas tenía cerrado su acceso directo y estaba cortado por el foso del fuerte y su cortina. La salida al exterior se efectuaba bajando la rampa que desciende a la Puerta de San Vicente, no existiendo entonces los últimos arcos del puente, que son de construcción moderna. La parte exterior del hornabeque estaba dotada de foso que lo rodeaba, de camino cubierto, dos garita, cuatro traveses y una plaza pequeña plaza de armas. En su costado norte se abre la puerta de San Vicente de la que salían los caminos a Portugal, Alburquerque y Campo Maior. De ese lugar partía el camino cubierto con lo comunicaba con el fuerte de San Cristóbal, elemento desaparecido prácticamente en la actualidad. |
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![]() Hace unos años se realizó la rehabilitación de este hornabeque, del que se han recuperando la mayoría de sus elementos, en un trabajo ejemplar y único en las actuaciones sobre la fortificación abaluartada de Badajoz |
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Este fuerte, como el de San Cristóbal, jamás fue tomado por el enemigo en ninguno de los numerosos asaltos y asedios que sufrió la ciudad de Badajoz. La víspera de San Juan del año 1658, durante la Guerra de Restauración, las tropas portuguesas protagonizaron durante la noche un violento y masivo ataque, logrando penetrar en los fosos de la fortificación. Ante la crítica situación acudió en auxilio de la guarnición el Tercio de la Armada estacionado en la plaza. A costa de muchas bajas propias, incluidas las del Marqués de Lanzarote (gobernador de Badajoz) y la varios de sus capitanes, consiguieron poner en fuga a los atacantes. | |||
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Fotografías propiedad del autor. | ||
Antonio García Candelas
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